El objetivo del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y la Unión Europea es consolidar y ampliar el control que ya poseen las multinacionales europeas sobre áreas vitales de la economía nacional, como el agua, la energía, las telecomunicaciones, el sistema bancario, los medicamentos y los recursos mineros, con la complicidad del gobierno colombiano, a través de empresas como Unión Fenosa, Aguas de Barcelona, Telefónica, BBVA, Banco Santander, Repsol YPF, BHP Billiton, Anglo Gold Ashanti, Endesa, entre otras.