Empresas de celulosa en Uruguay
perjudican la soberanía alimentaria
La instalación de
varias fábricas de producción de pasta de celulosa en el Cono Sur de América
del Sur está consolidando un modelo de desarrollo productivo perjudicial para
la región. Este modelo basado en las grandes extensiones de tierras dedicadas a
los monocultivos forestales para la producción de celulosa ha generado ya una
serie de impactos negativos en materia económica, social, ambiental y de soberanía
tanto política como alimentaria. En este contexto internacional de crecimiento
desbalanceado de la producción y el consumo, se instalan en Uruguay Botnia,
ENCE y Stora Enso , entre otras transnacionales.
Botnia es una
corporación finlandesa transnacional (grupo Metsa Botnia), fundada en el año
1973. Tiene 5 plantas de celulosa en Finlandia y es la segunda empresa a nivel
mundial en producción de celulosa. En América del Sur solamente está presente
en Uruguay, y produce diversos tipos de celulosa. En Uruguay la subsidiaria de
Botnia es la Compañía Forestal Oriental S.A. (COFOSA), propietaria de 170.000
hectáreas de tierras, que proveen de la materia prima para la mega planta de
celulosa que Botnia terminó de construir en septiembre y que comenzó a producir
en noviembre de 2007. La planta tiene una capacidad de producción de un millón
de toneladas anuales de celulosa. El valor de la inversión fue de alrededor de
1.100 millones de dólares. La planta -construida en la localidad de Fray
Bentos- constituyó la mayor inversión de carácter industrial en la historia de
Uruguay, y es la mayor inversión del sector privado industrial de Finlandia en
el exterior.
La instalación de la
planta de celulosa de Botnia tiene consecuencias diversas sobre el modelo
productivo uruguayo y de la región. Refuerza la concentración y
extranjerización de grandes extensiones de tierra en algunas pocas empresas
transnacionales como Botnia, Ence o Stora Enso. Al día de hoy estas corporaciones poseen, respectivamente 170 mil, 150
mil y 45 mil hectáreas destinadas a la forestación.
Las transnacionales que invirtieron en
Ya se han constatado impactos sobre el abastecimiento
de agua para la pequeña producción de alimentos en las regiones en las cuales
la forestación avanza, y también sobre el ecosistema natural de pradera por la
erosión de suelos. En las plantaciones se hace un uso intensivo de agrotóxicos,
que afecta además a los trabajadores forestales.
Los principales instrumentos de los que se vale la
empresa Botnia para cimentar su posición de poder para la obtención de
ganancias son los Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones entre
Uruguay y los países de origen, las amenazas con demandar al Estado uruguayo en
tribunales internacionales como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias relativas a Inversiones, del Banco Mundial), las Zonas Francas
libres de impuestos y una agresiva campaña de Responsabilidad Social
Corporativa. Los principales actores involucrados en este caso son los
sucesivos gobiernos de Uruguay desde 1985 hasta la actualidad así como el
gobierno de Finlandia, instituciones financieras internacionales como el Banco
Mundial (y dependencias internas del BM como el CIADI y la Corporación
Financiera Internacional), el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Nórdico de
Inversiones, la Unión Europea, y claramente, las propias transnacionales que se
refuerzan mutuamente.
Se presentan ante el TPP las transnacionales de la
celulosa y la forestación como los actores que mayor avance estaban logrando,
en todo sentido, en términos de poder. Poder económico, poder político, poder
financiero, poder de imponer un determinado modelo productivo y finalmente,
poder cultural e ideológico.
Eje temático: Recursos Naturales y Neocolonialismo
Organizaciones
denunciantes:
REDES – AT (FoE) Uruguay, ATTAC Argentina, FISYP Argentina